2. El discurso
"Una segunda consideración es la que concierne al discurso como tal. M.M. Barktin define al discurso como la realización de un texto en una situación comunicativa determinada (cit. Benavides, 1996: 136). Greimas y Courtés por su parte indican que “a través del discurso el sujeto construye el mundo como objeto y se construye a sí mismo” (cit. Lozano, Peña-Marín y Abril, 1989: 89). Sánchez Parga dice que “el discurso es algo más que representación; es decir, si rebasando los efectos reflejos de la estructura social como simple ideología, se presenta también como una exponente de la constitución de los actores sociales y de sus prácticas” (1988: 19). Está claro, en las definiciones que:
a) Un texto se realiza siempre y cuando haya una situación de intercambio en el marco de lo que Habermas (1994) llama la acción comunicativa.
Esto nos remite al hecho de que el texto mismo está sustentado en un hecho social que es el evento que determina su intercambio.
Esto lleva a la ubicación de una “situación” comunicativa que también puede leerse como el hecho social dinámico y que Benavides califica a éste como el “escenario” en el mismo sentido que N. Luhman cuando señala que este es el espacio “donde se organizan determinados elementos de una complejidad”
(cit. Benavides, 1996: 138) o, si se quiere, es el lugar de organización del sentido.
El primer escenario de un texto sería el contexto de su propia producción lo que nos lleva a preguntarnos ¿qué esconde una comunicación más allá de su simple enunciación? Pero asimismo, se deben considerar otros escenarios que a la vez son parte del discurso mismo: fuera del escenario primario de su producción, que funciona como referente, está el de su señalización, que funciona como marco referencial (esto en más adelante lo denominaremos marco o frame); el de su circulación que a su vez implica el lugar de su colocación; y, el de su consumo que es paralelo al anterior escenario donde el discurso es aprehendido y descompuesto además de relanzado). Martín-Barbero dice que el discurso “en su hacer se hace y se deshace en una determinada socialidad” (1978: 137). Tal afirmación además de ser una constatación de que el discurso se hace, es decir, es un objeto dinámico en el marco de la interacción, nos abre la interrogante de su ubicación dentro de uno o varios escenarios, pero también a la constatación, como él señala de que el mismo discurso en su planteamiento no es único ni independiente sino que siempre es atravesado por otros discursos. De ahí que el aspecto realizativo del relato como discurso es siempre una forma de construcción o recreación constante del mismo en función del escenario dado y de los actores dados.
b) La construcción del mundo como objeto por parte del sujeto (que para nuestro caso es el actor social) lo que nos remite a la idea de que por medio de la producción textual-discursiva, ya hay una representación que, en primera instancia enmascararía al actor y, en segunda, lo haría visible en el mundo real ésta vez mediado por “su” sistema simbólico que le representa. Esto implica a su vez, la realización del mismo sujeto que se “transmite” a sí mismo mediante un objeto simbólico.
Para aclarar la cuestión de las representaciones estaríamos entendiendo en el mismo sentido de Baudrillard (1978) que éstas son simulaciones y mediaciones (una suplantación y el planteamiento de una realidad como si fuera cierta). Si el actor social se enmascara (se sitúa dentro de determinados roles) es que transmite un mundo sensible como verdad. Y ello siempre está condicionado por una intencionalidad concreta. En los términos de la etnometodología, ese plantear “su” mundo, “su” verdad, es el método empírico que se investiga.
c) Las prácticas sociales nos remiten a otra dimensión. No es que solamente hay un intercambio simbólico en el marco de un escenario, ni tampoco que el actor social articula un mundo y lo hace sensible mediante un sistema simbólico, sino también que el texto está ubicado dentro de un contexto que le explica y le determina. Pero esa determinación trasunta, si se quiere, un metalenguaje y una metacomunicación que en una instancia más general, vendría a ser la ideología. Entendemos a las metacomunicaciones a aquellas premisas que circulan alrededor del discurso, le atraviezan y le condicionan. Los metalenguajes a su vez vendrían a ser las cosas que hacen que el discurso se codifique y se enuncie de determinada manera. En general, el quehacer del discurso está marcado por lo ideológico, es decir por los mundos posibles que se prefiguran. Foucault indica que “el discurso no es simplemente aquello que traduce las luchas o los sistemas de dominación, sino aquello por lo que, y por medio de lo cual se lucha, aquel poder del que quiere uno adueñarse” (s. f.). De esta manera, no es que hay solamente algo oculto o enmascarado en el sustrato de un discurso, sino más allá, la vehiculación de la propia acción que hace a la naturaleza de la comunicación ligada a lo político.
En todo caso, está claro, como apunta Barthes, que es en el texto donde se articula y se realiza el sentido. Y el intercambio de textos en gran medida se considera como el mecanismo de mantenimiento y legitimación de universos simbólicos que se adaptan o se aprehenden. Pero el discurso trasciende al texto aunque su base inicial es éste mismo: “cuando Cicourel dice: ‘por discurso entiendo el habla, la entonación, gestos de la cara, manos y brazos, movimientos del cuerpo y vocalización no verbal que forman una compleja interacción social entre dos o más personas’ “(Discourse and text: “cognitive and linguistic processes in studies of social structures”, Versus # 12, 1975: 34), no cabe duda de que elementos (con-)textuales, tales como movimientos del cuerpo, etc., son pertinentes en cuanto pretende analizar …un texto situado en el marco de una interacción cara a cara” (Lozano, Peña-Marín y Abril, 1989: 46-47). Aunque esta última definición nos amplía más el marco del discurso fuera de los textos escritos, a las propias acciones con las cuales se transmiten, es menester observar que no obstante aquello, el análisis de discurso resitúa al texto en la acción y lo vuelve texto mismo (lo que es válido por ejemplo, en el mismo hecho de grabar una situación de comunicación expresa, es decir el intercambio). Pero más allá, nos determina qué cosas se dicen, cómo se las dicen y en qué marco se las dicen lo que conlleva a su vez al porqué, y a su intencionalidad.
Ricoeur precisa, finalmente, que en “…los discursos…el hombre dice su hacer… Este decir del hacer puede ser aprehendido en varios niveles: nivel de los conceptos puestos en juego en la descripción de la acción; nivel de las proposiciones donde la propia acción llega a enunciarse; nivel de los argumentos en el que se articula una estrategia de la acción” (1988: 11)
Tomado de: análisis del discurso social y político
Teun A. van Dijk -Iván Rodrigo M.
serie: Pluriminor
Iván Rodrigo Mendi´zábal1999
Tomado de: análisis del discurso social y político
Teun A. van Dijk -Iván Rodrigo M.
serie: Pluriminor
Iván Rodrigo Mendi´zábal1999
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